MANC 2 – 1 RM: Adiós Lisboa, adiós

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No, el Real Madrid no estará en la Final a Ocho de Lisboa, esa Champions postpandémica. Porque los trece veces campeones de Europa cayeron, fusilados por el fuego amigo de Varane, ante el City. Sí, Varane cometió dos errores de parvulario que acabaron en los dos goles de los citizens (2-1) que hicieron inservible el que anotó Benzema. Pero los de Guardiola pudieron hacer varios más. Y si no los hicieron es precisamente porque no son un grande. El Madrid ha fracasado en Europa. Y poner paños calientes no sirve para evitar el cabreo. Ni el ridículo.

 

Diez días llevamos hablando de los problemas que iba a tener el Real Madrid ante el City en la salida fluida de balón debido a la ausencia de Sergio Ramos. Pero pese a que era una verdad de perogrullo, por ahí se desangró el Real Madrid en el primer cuarto de hora de partido. Al City le dio tiempo a hacer un gol, tanto de Sterling, tras un error de Varane digno de un juvenil, y a tener tres claras ocasiones más. Todo gracias a su presión adelantada y a los errores blancos en el inicio de la jugada. Pero, pese a todo, fue un castigo asumible porque en Europa todo cambia según sople el aire, eso es lo que hace que esta competición sea tan especial.

Cuando el Madrid parecía absolutamente fuera del partido, con el centro del campo absolutamente diluido, apareció el sorprendente titular Rodrygo para ponerle un medido centro a la cabeza a Benzema y hacer el empate. 1-1. La fluidez del City desapareció de un plumazo, porque un segundo tanto de los rosas (antiguamente, los blancos) les destrozaba, mientras que el Madrid se aferró a su enésimo milagro europeo: se podía, claro que se podía. Una jugada que fue un fogonazo pero que cambió el sentido del juego de un primer tiempo que comenzó con un City avasallador y acabó apelando a las paradas de Ederson para evitar un segundo tanto madridista, en un remate de Benzema. Claro, que el Madrid siguió sufriendo sustos por sus errores de circulación y en un intento de gol olímpico de De Bruyne, pero la cosa se había igualado. Y con las cosas igualadas, la caña de pescar del Madrid acostumbra a pescar el pecio más grande, algo que va en el ADN de los de Concha Espina, aunque necesitaba más ritmo para voltear la eliminatoria.

No parecía posible, ni mucho menos, en el arranque del segundo tiempo, porque el City volvió a salir mucho más entero, de nuevo De Bruyne intentando el gol olímpico y Courtois evitando la debacle madridista, menuda temporada se ha cascado el belga tras las dudas del curso pasado. De nuevo el Madrid logró resistir la embestida, con Carvajal destacando en casi todo y pese a que Casemiro, ay, hizo el primer partido regulero que se le recuerda desde la Edad de Piedra. Sí, el brasileño estuvo muy flojo. Y eso es noticia, y no precisamente buena. Y en este fútbol de cinco cambios, comenzaba a quedar claro que las sustituciones, las piernas y las mentes frescas, serían lo que acabarían por decidir la eliminatoria.

Movió primero ficha, en el 61, Zidane, metiendo a Asensio por Rodrygo, y el Madrid cabalgó algunos minutos sobre la heroica: Benzema, quién si no, dispuso de un par de buenas ocasiones, aunque no logro embocar ninguna de las dos, justo antes de que Courtois le sacara a Gabriel Jesus una ocasión clarísima. Guardiola dio entrada a Bernardo Silva por Foden y copió el cambio de Zizou: más frescura y experiencia en ataque. No dio tiempo ni a probar si aquello funcionaría. El primer balón en juego tras la sustitución acabó en otro error de juvenil de Varane, y gol de Gabriel Jesus. Noche de perros del central galo, que juega mejor con Ramos al lado y que se deshace si es el encargado de liderar una zaga.

No hubo mucho más que contar. El Madrid ni siquiera murió matando, tratando de abordar el galeón inglés sin el revoltillo de Vinicius cuando mejor hubiera podido venir su agitación. Y más viendo el partido (por llamarlo de alguna forma) de Hazard. O mejor dicho, y más viendo la temporada (por llamarla de alguna forma) de Hazard. Así que el Madrid se desangró y entregó su corona por segundo año consecutivo en octavos de final. Se acabó la temporada. Y la revolución pendiente, por culpa del coronavirus, seguirá exactamente así: pendiente. Y no, la culpa no es de Varane. O no exclusivamente suya.