Paul, el hermano tatuador de Peter Federico

0
-publicidad-

No es fácil aparcar, y menos con las obras veraniegas. «Siempre hay sitio en la RENFE, que está a tres minutos andando», me advierte. El asfixiante calor de julio en la Meseta («Madrid, nueve meses de invierno y tres de infierno», como reza el dicho del Siglo XVI) se hace notar en la caminata, por la sombra. Calle Real 23 de Pinto. Ahí luce coqueto un local que ya tiene el cierre levantado. Un chico tocado con camiseta negra, pantalón corto blanco, calcetines Nike y zapatillas Vans, muestra una enorme sonrisa, descubriendo sus brackets.

Es Paul González Carmona. «Se pronuncia como suena, ‘Paul’, no ‘Pol’ como todo el mundo dice de primeras», me comenta mientras nos estrechamos la mano. Paul, 25 años, es el hermano mayor de Peter Federico, el jovencísimo talento del Castilla (cumple 20 años el próximo lunes 25) al que Ancelotti ya hizo debutar la pasada temporada, en San Mamés. Esa camiseta, la de su debut, luce orgullosa en la recepción del local de su hermano. ‘Engel Tattoo Studio’, se lee en el rótulo. Y es que Paul es tatuador profesional.

«El negocio se llama Engel porque es mi nombre real, Engel Paul. Pero cuando fui al registro español a darme de alta, me dijeron que Engel no podía ser nombre, que eso era imposible, y me quedé con el Paul a secas, que es lo que figura en mi DNI. Así que he recuperado mi nombre original para el estudio de tatuajes», se sonríe.

El local es pequeño. Una recepción, un cuarto con todo el material para hacer los tatuajes junto con la silla donde los clientes se (nos) retuercen (retorcemos) y un cuarto de baño. Podría ampliar, pero no todavía. «Soy ambicioso y quiero tener a varios tatuadores trabajando para mí, pero poco a poco. Apenas llevo un año con mi primer local, mi idea es tener más locales». Por él han pasado ya varios jugadores del Castilla dispuestos a decorarse la piel. Aranda, Retuerta, también el juvenil Edgar Pujol. El propio Peter Federico tiene un tatuaje en una de sus piernas. «Quiere taparse toda esa pierna con tatuajes, pero le he dicho que ahora en verano no, que hablamos a partir de septiembre», señala Paul. «Algunos jugadores más me han pedido que les tatúe», señala sin desvelar nombres, la confidencialidad es base para su negocio.

 

«Yo también juego al fútbol, como Peter Federico. Pero cuando tienes que dar el salto para tomártelo en serio, por las razones que fueran, yo no lo dí. Creo que podría haber jugado en Primera, era muy bueno. Pero no tuve esa capacidad de sacrificio que sí ha tenido Peter», razona. «¿Y cómo te hiciste tatuador?», le pregunto. Y Paul lo cuenta.

«Yo nací en República Dominicana, en una pequeña ciudad a unas tres horas de Santo Domingo, la capital. Mis padres se vinieron aquí en 2001, justo antes del cambio al euro, pero sin sus hijos. Consiguieron trabajo y volvieron a por nosotros. Somos siete hermanos, cuatro dominicanos y tres nacidos en España. Peter Federico ya nació en Madrid», comienza. «Teníamos más familia en España, en Pamplona. En una visita a un familiar que ya no está, coincidimos en su casa con un tatuador. A mí eso me interesó mucho, porque yo dibujaba muy bien. Y el tatuador me dijo «te cambio mi máquina de tatuar por tu PlayStation». No sé por qué, lo hice. Me dio alguna lección rápida y me puse a investigar, a leer, a aprender de verdad. Y no me ha ido mal», explica.

«Comencé tatuándome a mí mismo», apunta señalándose su brazo izquierdo. «¡Y a mis hermanas! Menos mal que se me ha terminado por dar bien, porque las cosas que les hice para ir probando eran…», dice mientras se ríe a carcajadas. Su profesión le encata, y el gemelo derecho de quien escribe estas líneas, además de las imágenes que ilustran esta entrada con tatuajes a jugadores de la cantera del Real Madrid, puede dar fe de su buen hacer con las agujas y la tinta.

Ha pasado una hora y media, y es hora de abonar el nuevo tatuaje. No a todo el mundo le tatúa el hermano de un jugador del Real Madrid. «Mi hermano está contento. Tiene una complicidad especial con Raúl, se lleva muy bien con él. Y con Ancelotti. Cuando el Castilla jugó el miniclásico de Valdebebas con el Barcelona B la temporada pasada, a Carletto le encantó el partido que hizo Peter y ahí fue cuando comenzó a contar para el primer equipo. Tuve la fortuna de estar en San Mamés el día de su debut con los mayores, y mi hermano me regaló su camiseta dedicada de ese día», dice henchido de orgullo. «Dile a tus lectores que se vengan a tatuar conmigo, no se arrepentirán». Y es verdad. En casa de Paul, de Engel Paul, estás como en casa. Su teléfono de citas, si lo necesitáis, está en la foto que ilustra esta entrada.

Compartir
Yo vi jugar a Del Bosque, así que llevo unos cuantos años yendo al Bernabéu. Socio desde 1986, mis recuerdos van ligados al Madrid del Di Stéfano entrenador, el de los cinco subcampeonatos, que me forjó en madridismo ante los malos tiempos, y al de la Quinta del Buitre, la poesía y las pelotas hechas fútbol. Desde 1996 dando la barrila en esto del periodismo deportivo, aunque hace años que es mi hobbie y no mi profesión.